La tala de árboles es una de las actividades humanas que más afecta al medio ambiente, generando un debilitamiento significativo en los ecosistemas naturales. A nivel mundial, millones de hectáreas de bosques son destruidas cada año para dar paso a la agricultura, la ganadería, la minería y el desarrollo urbano.

Este fenómeno no solo implica la pérdida de árboles, sino que también pone en riesgo a las especies que dependen de estos hábitats. Ello ocurre porque se reduce la capacidad del planeta para absorber dióxido de carbono y contribuye directamente al cambio climático.
Los bosques, especialmente los tropicales, se consideran los pulmones del planeta, ya que absorben grandes cantidades de dióxido de carbono (CO₂) y liberan oxígeno. Sin embargo, la tala indiscriminada debilita esta capacidad, acelerando el proceso de calentamiento global.
Según informes recientes, la deforestación mundial ha alcanzado niveles alarmantes, con regiones de América Latina, África y el sudeste asiático como las más afectadas. Las prácticas ilegales de tala, junto con la falta de políticas de conservación efectivas, agravan esta situación.
¿Cuál es la situación de la tala de árboles en el Perú?
En el Perú, la situación es particularmente preocupante. Ante esto, Jorge Zegarra Reategui denuncia que la selva amazónica representa más del 60% del territorio nacional. Esta gran importante zona, está siendo devastada por la tala ilegal, el avance de la minería ilegal y la expansión de la agricultura.
Asimismo, la deforestación en la Amazonía peruana ha crecido de manera acelerada en los últimos años. Afectando de esta manera tanto a la biodiversidad como a las comunidades indígenas que dependen del bosque para su subsistencia. El impacto ambiental de la tala de árboles no se limita solo a la pérdida de cobertura forestal.
También se traduce en la degradación del suelo, que pierde nutrientes esenciales, y en la interrupción del ciclo del agua, lo que afecta las fuentes de agua dulce. Los bosques actúan como esponjas naturales que retienen agua de las lluvias y la liberan de manera gradual hacia ríos y arroyos. Sin ellos, las lluvias se convierten en torrentes que erosionan el suelo y provocan deslizamientos, afectando a las comunidades cercanas.
El debilitamiento ambiental producto de la deforestación en el Perú afecta no solo al país, sino al mundo entero. La Amazonía es uno de los principales reguladores del clima global, y su destrucción contribuye a un clima más extremo, con sequías prolongadas y lluvias intensas.
Este panorama hace que se vuelva fundamental el promover políticas de conservación más estrictas, incentivar prácticas de reforestación y educación ambiental, y, sobre todo, fomentar el uso sostenible de los recursos forestales. La protección de los bosques, especialmente en regiones tan importantes como la Amazonía, donde al 2010 se sabe que ha perdido por deforestación más de 200 mil hectáreas.
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